28 de noviembre de 2014
Joam Trilho, miembro del jurado del Concurso de violín y violonchelo “Cidade de Vigo”: “Recomiendo a los participantes que se entreguen a la música”
Compositor y director de orquesta y natural de Galicia, Joam Trilho forma parte del jurado del Concurso de Violín y Violonchelo Cidade de Vigo. Joam Trilho ha estudiado composición con los maestros Luigi Gigante y Armando Renzi y también Canto Gregoriano (Dom E. Cardine), Musicología (López-Calo) y Órgano (Erich Arndt). Fue director del Conservatorio de Santiago y profesor de Composición y Orquestación en el Conservatorio Superior de Vigo. Fundador de la Joven Orquesta de Galicia. Como compositor es autor de numerosas obras, entre otras: “Oratorio”, “Chananaea”, “Divertimento ma non troppo” y gran suit de Ballet “Festa na lembrança”. En su trabajo como musicólogo destaca la recuperación y publicación de numerosas obras de compositores gallegos del pasado y también del presente.
- ¿Cuáles son sus previsiones con relación a esta edición del 2014?
El hecho de que cada año haya más gente que se anima a participar es una buena prueba de que el concurso está calando y de que está teniendo éxito. Me alegra mucho porque me parece una iniciativa estupenda.
- Este año con la novedad de que los ganadores del año anterior tocarán con la Vigo430.
Es una experiencia que puede motivar e ilusionar, es una parte considerable del premio que cuenta más que la parte económica. En un premio artístico se valora más el contacto con el público, el poder actuar, el poder demostrar que el premio que has llevado es merecido y, además, es que si haces todo ese esfuerzo es que quieres ser un intérprete así que la posibilidad de tocar con orquesta es motivadora.
- En tan sólo tres años de concurso se ha elevado considerablemente el número de participantes, ¿es un reflejo de que la música como formación cada vez tiene más demanda?
He sido profesor en dos conservatorios y es algo que se ha ido viendo continuamente. Lo que pasa es que la respuesta de la administración pública a este asunto es deplorable. Se han construido conservatorios nuevos que nada más estar construidos ya eran insuficientes para el alumnado de aquel momento. En este sentido, la administración está fallando seriamente. Ya sin abordar temas más delicados como es la selección del profesorado, que es penosa por malas convocatorias de oposiciones, por tribunales mal configurados. Obviamente estos aspectos no son las mejores soluciones para mejorar la calidad de la enseñanza. Cualquier profesión artística, y en música especialmente porque es la más difícil, es de una enorme competitividad. Uno no puede acceder a una orquesta sólo con el título del conservatorio, sino que tiene que demostrar que tiene una técnica y una experiencia musical madura. Desgraciadamente un alumno de nuestros conservatorios no termina en condiciones de optar seriamente a una plaza en una orquesta profesional
- No está perfilando un panorama muy alentador para estos jóvenes músicos.
En las dos orquestas que hay en Galicia sólo hay un gallego en la de A Coruña y tres en la de Santiago. Curiosamente son todos miembros de la extinta orquesta Xoven Orquesta de Galicia que la Xunta ha tenido la “buenísima” idea de hacer desaparecer. La Xoven Orquesta pretendía precisamente completar la formación de los conservatorios. Es cierto que se ha mejorado muchísimo y como ejemplo pondré que la ganadora del año pasado demostró una calidad artística impresionante. Se ha mejorado enormemente pero aún estamos lejos de competir.
- Teniendo en cuenta que el sistema siempre es más difícil de cambiar, ¿qué le recomienda a estos jóvenes músicos para mejorar su calidad artística?
Recomiendo buscar un buen profesor y cuando digo esto no quiero decir necesariamente irse al extranjero. Lo ideal es que tengas el profesor que necesitas. En Portugal conozco una escuela de música de grado medio que tiene cuatro orquestas dentro de la escuela; la orquesta más madura supera con creces a cualquiera de las orquestas de nuestros conservatorios.
- ¿Cómo se encuentra el profesor adecuado? Muchas veces el alumno ya se ve abocado a escoger uno determinado y cambiar tampoco es fácil.
Ese es el gran problema. Lo ideal sería que pudiera informarse con otra gente, saber cuál es el profesor que necesita o el que le pueda garantizar una formación técnica y sobre todo artística. Desgraciadamente los profesores se preocupan de enseñar la “gimnasia” y no la interpretación. Evidentemente sin gimnasia no se puede tocar bien el instrumento pero solo con gimnasia nunca va a ser un buen músico.
- Desde el punto de vista pedagógico, ¿cómo valora la participación en concursos?
Hay que combinar. La música tiene un problema grave y es que el alumno tiene que ir al colegio y, en música, desde el primer momento, hay que trabajar porque es una enseñanza especializada. En España existe una Ley de centros integrados en los que el alumno además de tener clases de música tenga la enseñanza obligatoria pero no se aplica en ninguna parte y, desgraciadamente, el niño que con ocho años -un aspecto también criticable porque no pueden empezar antes de los 8 años- empieza a estudiar un instrumento, durante la mayor parte del día está en su colegio y por la tarde al conservatorio. Este niño, ¿cuándo juega? ¿cuándo descansa? ¿cuándo tiene tiempo para tocar el instrumento? Me parece uno de los problemas más serios que tiene la enseñanza de la música en España y en Galicia.
Creo que los concursos son positivos pero son los padres y el profesor quienes tienen que valorar con cuidado si es el momento de llevar el niño al concurso o no. Por una parte la participación estimula al niño pero si se fuerzan las cosas también lo pueden traumatizar. Los padres y el profesor tienen que tener cuidado y no presentar a un niño a un concurso si el niño no va a hacer una buena figura o si lo vas a presionar excesivamente. Evidentemente en la música hay que presionar al niño porque es muy difícil que un niño de 8 años tenga tal pasión como para pasar las horas adecuadas para estudiar su instrumento; cierta presión la tiene que haber pero los padres tienen que tener cuidado entre por un lado ayudar al niño y presionarlo y, por otro, no forzar demasiado las cosas.
- Y en el estudio diario, ¿cómo se combina esa presión necesaria con el no forzar?
Es extremadamente difícil. Lo primero es que al niño le tiene que gustar, encontrar placer en hacer música y, si no hay placer, es mejor que no se le obligue. El niño tiene que pasarlo bien pero al mismo tiempo su amor por la música tiene que ser lo suficientemente fuerte como para que le compense el esfuerzo y se sienta feliz. Ahí es esencial que los padres estén atentos al niño, que lo ayuden, lo motiven, que se lo hagan pasar bien tocando el instrumento; es fundamental. El profesor debe ser exigente y serio pero, por otro lado, tampoco estirar demasiado la cuerda. A veces tenemos demasiada prisa y así como es importante que el niño si quiere ser músico empiece temprano, una vez iniciado tampoco es tan urgente. Son los padres y el profesor los que tienen que tener mucho cuidado y tener al niño alegre, contento y motivado y por otro lado empujarlo.
- Ha comentado la importancia de la interpretación además de la “gimnasia”. ¿Son los profesores de música también profesores de las emociones?
Hablaba de la interpretación como técnica más que como parte emotiva aunque no se puede desligar una parte de la otra. La interpretación también tiene una técnica. Desgraciadamente, una de las cosas que he observado es que los profesores se preocupan mucho por la técnica, que es un aspecto indispensable, pero la música empieza después, está más allá de esa parte técnica. Cuando el intérprete está interpretando una obra de Tchaikovsky tiene que ser Tchaikovksy y si no lo es, en ese momento, no interpretará bien. El que lo está escuchando tiene que sentir que la música está viva, que el músico le está hablando. Si no lo siente, la interpretación es floja.
- ¿Y cómo se combina el respeto por la obra y el autor con la propia interpretación?
Ese es el punto. Por una parte hay que conocer el estilo, saber como se interpretaba la música en esa época y, por otro lado, hacerla tuya; la obra tiene que ser tuya en el momento en que la tocas. Es mejor una interpretación estilísticamente equivocada pero viva porque el interprete la hizo suya que al contrario. Si el intérprete hace suya la obra, el público va a sentir que está viva y que el músico está interpretando, comunicando. Si no lo siente, por muy acertada que sea la interpretación estilística, esa música estará muerta. Lo ideal serían las dos cosas: por un lado, respeto al estilo de la época y del autor, pero a la vez el intérprete tiene que hacerse dueño de lo que está tocando, tiene que ser su obra.
- ¿Qué recomendaciones le daría a los jóvenes que se presentan al concurso?
Juzgar es la cosa más difícil del mundo, cuando de alumno pasé a profesor descubrí que ser examinado es durísimo pero examinar es todavía más duro o por lo menos para mi lo fue. En principio se juzga todo la técnica y la interpretación. Hemos visto casos de chicos que han tocado muy bien pero han quedado un poco fríos. Lo que recomiendo a los candidatos es que cuando se pongan a tocar se olviden de que hay un jurado y que se entreguen a la música que están haciendo y, en segundo lugar, que no aborden obras que están por encima de sus capacidades.